Enciende la Tele y Apaga las Neuronas

Artículo de Alex R. Pardo. Dejando aparte las cuestiones técnicas y estéticas propias del montaje en sí, acordes siempre con los tiempos que corren y cargadas por tanto de un dinamismo general más propio de un parque de atracciones que de un programa informativo, me centraré en los contenidos, ya que al fin y al cabo son los que se encargan de moldear nuestras neuronas para fabricar la conversación de mañana y proveer así a nuestro entendimiento de la plasticidad necesaria para su adaptación a lo que venga o a lo que nos traigan.

Durante toda una semana, la pasada, se repitió lo mismo… Sí, digo bien… Lo mismo: Abriendo, la ley del sí es sí con sus cifras y sus escándalos; a continuación, la del no es no, la que intenta liberar a los catalanes revoltosos de las injusticias de la justicia, y por último, en lo que a asuntos nacionales se refiere, los desatinos de un joven hidalgo de pobladas barbas y peinado al agua que en algún lugar de Castilla quiere hacerle no sé qué a las mujeres o a los médicos de las mujeres o a las mujeres de los médicos para que sigan pudiendo hacer con sus cuerpos lo que ya vienen haciendo desde mucho antes de que se destetara el ondulado botarate.

Llegado a este punto me doy cuenta de que desde los últimos acordes de la sintonía introductora tengo contenida la respiración, y deduciendo por el rumor de los tanques que acechan la retaguardia del presentador que en España no ha sucedido nada más digno de ser mencionado doy por zanjado el compromiso con mi anfitrión, pues tal era la causa y no otra; así que simulando una necesidad urgente huyo despavorido hacia algún lugar donde recuperarme del pasmo y de paso dar gracias a Dios por hacer que la información ya no sea cosa exclusiva de multinacionales peleando por la atención de las masas en el prime time, y por permitir que cada vez haya más minoristas ocupándose de realidades cotidianas y positivas, cuyo conocimiento ayuda y no enferma, arrojando un poco de luz y esperanza a este monótono ir y venir de los días y las semanas, sin necesidad de deslumbrarnos con ningún cipote audiovisual futurista.