Hablamos con el ecomensajero sobre el éxito de BioCultura, la ecoansiedad y la posible llegada de certificaciones sostenibles
Regresa Pedro Burruezo, nuestro ecomensajero digital favorito, a Noticias Positivas para hablarnos del indudable éxito de la última edición de BioCultura Barcelona. Cerca de 50.000 visitantes se dieron cita en el Palau Sant Jordi, lo que provocó un ambiente incluso de “cierta euforia”. Sin embargo, el balance no deja de ser agridulce. En palabras de la directora de la feria, Ángeles Parra: “Por un lado estoy muy contenta por el éxito de la feria. Pero, por otra parte, me apena… porque creo que la gran afluencia de público que se ha producido tiene que ver con que las crisis que ya estamos viviendo, como el calentamiento global (y su sequía asociada, por ejemplo) o la pérdida de la diversidad, y muchas de las enfermedades de nuestra sociedad actual, ya han calado en la mente de la ciudadanía”.
Con Pedro también hemos comentado un artículo sobre ecoansiedad de Núria Bigas, de la Universitat Oberta de Catalunya. En el mismo se cita un reciente encuesta de The Lancet a 10.000 personas de 10 países diferentes y edades entre los 6 y los 25 años. Según el mismo, un 45% de las personas encuestadas afirma que la preocupación por el clima afecta de forma negativa a su vida cotidiana, tres cuartas partes creen que “el futuro es aterrador”, y un 56% asegura que “la humanidad está condenada”.
Y hemos terminado este repaso al boletín del ecomensajero con la entrevista a Ramón Jiménez Fraile, periodista, funcionario de la UE durante muchos años y empresario bio en estos momentos, que alerta de los posibles efectos adversos que tendría la implantación de uno, o incluso varios, sellos “sostenibles”, cuestión sobre la que ya se está debatiendo. Según el propio entrevistado: “Bajo el paraguas de la sostenibilidad de los alimentos, la UE quiere incorporar, labelizándolos, aspectos positivos en ámbitos como el social o la huella de carbono. La Comisión Europea tiene previsto presentar una propuesta de reglamento al respecto a finales de este año 2023. La industria convencional ya ha anticipado este fenómeno y ha empezado a lanzar productos con pseudocertificaciones “sostenibles”. Es como si volviéramos a hace cuarenta años, cuando no estaba armonizado el sello “ecológico” y cada uno hacía lo que quería. Al igual que el sector convencional se ha apropiado del término “natural”, es de suponer que hará lo mismo con el término “sostenible”. La llegada de un nuevo sello “sostenible” al margen del “ecológico” no hará sino complicar aún más la situación cara al consumidor. Si no se lleva a cabo la necesaria pedagogía -cosa que se me antoja harto difícil-, y si no se logra que lo ecológico esté en el corazón de lo sostenible, y no al margen, esta iniciativa europea puede suponer el golpe de gracia para el incipiente sector ecológico alimentario español”.
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