Todavía estamos a tiempo de parar las peores consecuencias de la emergencia climática
Nuestra casa está en llamas. Así lo confirman todos los indicadores y las últimas, y nada positivas, noticias. Tras el mes de septiembre más cálido registrado a nivel mundial, según Copérnicus , ahora estamos viviendo un prolongado veroño que ha pulverizado todos los récords. La situación es, objetivamente, alarmante. Sin embargo, todavía hay motivos para la ecoesperanza. Recientemente, a finales del pasado mes de septiembre, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) afirmó que todavía podemos mantener el incremento de temperaturas por debajo de los 1,5 grados, el umbral de seguridad fijado por el Acuerdo de París que evitaría los escenaríos más catastróficos.
La AIE ha actualizado su hoja de ruta para alcanzar las “cero emisiones” a mediados de siglo y limitar el aumento global de temperaturas a 1,5 grados. En dicho texto afirma que los avances de los dos últimos años permiten ver que ambos objetivos son posibles. Principalmente destaca el “crecimiento récord” de la capacidad de generación en energía solar y las ventas de vehículos eléctricos.
Sin embargo, insiste en para mantener abierta esta ventana de oportunidad “es necesaria una acción más ambiciosa en esta década”. Actuaciones más decididas que pasan por triplicar para 2030 la capacidad de producción mundial de energías renovables; doblar el ritmo anual de aumento de las mejoras de eficiencia energética; un fuerte incremento de las ventas de vehículos eléctricos y de sistemas de bombas de calor y recortar en un 75% las emisiones de metano del sector energético. Estas actuaciones supondrían por sí solas más del 80% de las reducciones necesarias para el final de esta década, indica la AIE.
“La buena noticia es que sabemos lo que tenemos que hacer y cómo hacerlo”, señaló en el informe el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol, quien insistió en que “para tener éxito es crucial una sólida cooperación internacional”. Birol también afirmó que “os Gobiernos tienen que separar la geopolítica del clima ante la escala del reto al que nos enfrentamos”.
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