Opinión

Gente haciendo cosas políticas por Madrid

Por Daniel Jiménez, director de Noticias Positivas. Ya lo predijeron Nostradamus y las señoras que salen en televisión por las mañanas: el mundo se va a acabar. Si no es ya, dentro de cinco minutos, como mucho. De hecho, no sé por qué me he puesto a escribir esto. Es casi imposible que la civilización y el 5G aguanten lo que se tarda en leer estas palabras desordenadas y mezquinas. Mucho mejor que aproveches lo poco que nos queda para dejar el móvil a un lado y despedirte de tus seres queridos.

Las señales están claras, incluso para quien no quiera verlas: pandemias, guerras, hambrunas, comunismo, OVNIs, ríos que vierten el agua en el mar…. Con todo, quizá habríamos podido superar este momento crítico si no fuera por lo que sucedió el domingo. Lo del domingo ya fue punto y aparte. Nuestra sentencia definitiva. El anuncio de la condena que irremisiblemente caerá sobre nosotros por nuestros imperdonables pecados.

Y es que el pasado domingo, cientos de miles, si no millones, de personas salieron a las calles de nuestra hermosa capital del mundo. Y no lo hicieron para irse de compras, tomarse unas cañas o experimentar la hermosa aventura del tráfico motorizado madrileño. Lamentablemente, y a pesar de las muchas y muy estimulantes opciones de ocio que ofrece nuestra ciudad, ¡sin duda el mejor centro comercial asfaltado de España!, la ciudadanía decidió, posiblemente manipulada por la canalla, salir a hacer….¡cosas políticas!

Como si la política no se hubiera extinguido hace ya siglos por innecesaria, como el pájaro dodó, ese animal estúpido. ¿Para qué queremos la vuelta de la política? ¿Acaso la ciudadanía madrileña no percibe los riesgos, sin duda enormemente gravosos y nada rentables para la sociedad, que conlleva eso de tomar decisiones sobre las cosas de todos? ¿Qué derecho tengo yo a manifestar mi opinión sobre lo que considero que es bueno para mí y para los demás? ¿Quién soy yo para decidir cómo debe ser la sociedad?

La política sin duda lleva al enfrentamiento, a la ruptura de los consensos y a discusiones con los cuñados. ¿De verdad queremos volver a eso, justo ahora, cuando hemos conseguido construir el mejor de los mundos posibles? Un mundo en el que ya nada depende de la política y que es regido sabiamente por el sentido común, un señor borracho y los algoritmos, tan crueles como justos.

¿Qué será lo próximo? Probablemente, el Apocalipsis. Palabra que se escribe de manera muy parecida a política si nos fijamos. ¿Casualidad? Imposible, las casualidades no existen cuando aparece la política. Que siempre trae confusiones, malos entendidos y subidas de impuestos. ¿De verdad queremos eso?

Todavía podemos pararlo. De ello depende la sonrisa de nuestra amada líder. Y de quienes hacen negocio a su lado. Y también, no hace falta decirlo, al lado de los madrileños. Porque sus negocios son nuestros bienes más preciados. Los de todos. Los suyos, si hacemos las cosas bien y no nos metemos en política.

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