Una historia de lucha y resistencia
Por Tiziana Martín, activista y miembro de Juventud XClima. Detrás de cada marco teórico o narrativa social hay convicciones, valores, reivindicaciones y construcciones. Pero también, actores lo suficientemente poderosos que tienen como objetivo arrasar con los derechos de los pueblos, procurando un retroceso en el acceso a los bienes naturales, y hasta diría, lo suficientemente impunes para con sus acciones desmoronar cualquier tipo de lucha social. Desmoronar en el sentido más extremista de la palabra, porque si nos ponemos a reflexionar, a raíz del asesinato de Berta Cáceres, el proyecto hidroeléctrico de la represa Agua Zarca obtuvo gran condena internacional y sin duda el movimiento encabezado por la líder indígena lenca se ha fortalecido. Narrativas un poco agridulces, con una mezcla entre pedidos de justicia, una lucha que no puede abandonarse y la persecución constante por parte del Estado a quienes han logrado sobrevivir.
Muchos de los que abogamos por un modelo donde la justicia sea una costumbre más que un privilegio, consideramos que no deberíamos esperar a que sucedan estas tragedias para que los reclamos de los pueblos sean atendidos. Todo esto me resulta asombroso, jóvenes y adultos trabajando por un mundo más justo, unificando luchas que comprenden que deben abordarse de manera interseccional. Donde exigimos que estos temas se instalen en la agenda pública y que rápidamente se actúe en pos de ello, proponiendo —dentro de lo que la institucionalidad nos permite —nuevas estrategias para llevarlo a cabo.
Defender lo que uno considera justo
Gustavo Castro Soto, y me refiero a él como persona, no como un caso, es un claro ejemplo de tomar acción y de defender las causas que uno considera justo.
Nacido en Tampico, Tamaulipas, México no sólo ha propagado por el mundo sus conocimientos como sociólogo, sino su experiencia como ambientalista y defensor por los Derechos Humanos.
En el año 2000, con el lanzamiento del Plan Puebla Panamá, observó que los gobiernos impulsarían más represas en la región para la generación de electricidad para las inversiones extranjeras. Es por ello que decidieron convocar al Encuentro Mesoamericano contra las Represas junto con su compañera Berta Cáceres y otras organizaciones de la región.
A raíz de esto, se han sumado a la Red Latinoamericana contra las Represas (REDLAR) y en ese marco han tenido varios encuentros mesoamericanos en cada país de la región para fortalecer la lucha, la resistencia y la defensa de los territorios y los ríos.
En uno de esos encuentros propusieron conformar las redes nacionales contra las represas, y ese fue el punto de inflexión para que comenzaran a convocar diversos encuentros junto a otras organizaciones contra el Área de Libre Comercio de las Américas, Encuentro Hemisférico contra la Militarización, campañas contra la Deuda Externa y contra el Banco Mundial, entre muchos otros.
Los últimos años ha trabajado como coordinador en la organización Otros Mundos, AC, que forma parte de Amigos de la Tierra Internacional.
Gustavo ha escrito y publicado gran número de artículos de análisis sobre diversas temáticas ambientales y de análisis político y económico. También ha publicado libros, así como otros materiales audiovisuales de educación popular.
Luego de tantos años, ya era normal para él enfrentarse a ciertos tipos de situaciones, pero nunca se imaginó que sería testigo clave en uno de los asesinatos a activistas más trascendentes de los últimos tiempos: Berta Cáceres.
En el año 2016, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), con Berta a la cabeza, se une a la resistencia para defender el río Gualcarque, que desde el 2013 había sido amenazada por la represa Agua Zarca, proyecto impulsado por la empresa DESA, de la familia Atalah Zablah, una de las más ricas y poderosas de Honduras.
“En medio de muchas confrontaciones con la empresa, de asesinatos, represión y movilizaciones, amenazas contra Berta, ella me invita a facilitar un taller con el COPINH sobre las alternativas energéticas desde los pueblos para enfrentar a la gran represa que amenazaba sus territorios”.
Si bien quería conocer de cerca el trasfondo de todo esto, en mi cabeza no paraba de resonar cómo fue la noche y madrugada del miércoles 2 y jueves 3 de marzo del 2016. Lo movilizante es que durante el proceso de investigación que realicé aún no había logrado dar en ningún lugar con los detalles de aquella trágica noche. En cierta parte ya me había mentalizado de que no recibiría respuesta alguna a mi pregunta tan “directa, larga y profunda” tal como me dijo Gustavo entre broma y broma.
¿Cómo ha logrado sobrevivir al atentado? ¿Cómo fue el momento previo a los disparos? Eran algunas de las tantas preguntas que se me pasaban por la cabeza.
Tengamos en cuenta que era visible el grado de vulnerabilidad y de inseguridad que palpitaban día a día, por lo que en gran medida no fue para nada una sorpresa, pero a la vez nadie estaba preparado para actuar frente a una situación tan violenta y forzosa a la vez.
Para el taller convocado por el COPINH, Berta lo invitó a hospedarse en su casa. Luego de finalizar la primera jornada, mientras por la noche conversaban en el porche de su casa, Gustavo afirmó “… los asesinos ya nos estaban observando. Al retirarnos a descansar, luego de un rato, escuché un golpe fuerte en la casa y Berta gritó ¿Quién anda ahí?, y entendí que ya habían entrado los sicarios a matarnos. Segundos después patearon la puerta de mi habitación y uno de ellos me apuntó a la cara con un arma mientras escuchaba el forcejeo en la habitación de Berta y en seguida escuché los balazos. Inmediatamente después, quien me apuntaba me disparó en la cabeza y por un movimiento de reflejo me moví de tal forma que la bala rozó mi cara rompiéndome parte de la oreja izquierda. El agresor pensó que me había matado con una bala en la frente. Poco rato después, desde su habitación, Berta gritó mi nombre y cuando acudí yacía en el suelo con balazos en el cuerpo y mucha sangre. Le dije que aguantara, pero segundos después murió”.
No olvidemos que según informes de Global Witness, la mayor cantidad de ataques letales registrados contra activistas tuvieron lugar en América Latina, siendo Honduras el quinto país donde más personas fueron asesinadas.
Mis sensaciones durante el relato fueron tan diversas que se mezclaban entre angustia, admiración y miedo. Sin dudas me transporté a todos los casos trágicos que alguna vez había oído y leído, y en ese proceso trataba de entender los síntomas de peligro constantes y los rasgos de liderazgo que aún en la situación más violenta los activistas deben mantener, porque está en su esencia.
Ambos sabíamos que, si esa bala daba en el blanco, en la actualidad aún estaríamos hablando de un caso sin resolver. La justicia no actúa, y mucho menos cuando el mismo gobierno es el principal actor cómplice.
El mismo Estado que dice protegerte, el mismo Estado que te acusa
El Gobierno de Honduras, luego del asesinato de Berta y de saber que había un testigo, intento un Plan B que consistía en culpar a alguien del interior del COPINH, pero no lograron su cometido. Dado el fracaso, idearon un Plan C para culpar a Gustavo. De esta manera, buscaron la forma de que no saliera del país para buscar imputarlo. Por ello lo han detenido en el aeropuerto sin presentar ninguna orden, de forma arbitraria, cuando iba acompañado de su cónsul y embajadora.
“Al intentar detenerme, ellas gritaron ¡Protección Consular!, por lo que se detuvieron los fiscales y agentes del Ministerio Público que luego se identificaron como tales. No me dejaron subir al avión, nos dejaron volver a la embajada avisándonos de que tenía alerta migratoria por 30 horas. Al día siguiente, me llevaron a La Esperanza para hacer dos careos con otros dos testigos y al terminar el juez me informa de que tenía 30 días de prohibición de salir del país.”
Para Gustavo, estas maniobras fueron caracterizadas como “ilegales”, afirmando que lo que sufrió fue un secuestro de Estado.
Necesitaban tiempo para planificar otra versión del asesinato, y al no poder salir del país, se refugió en el hogar de su embajadora, durante ese periodo se negó a salir ya que sabía que los sicarios estarían detrás de él para terminar lo que comenzaron.
En el lugar en el que querían alojarlo se hospedó su hermano, pero a pesar de que contaba con todas las supuestas seguridades, de igual manera sufrió un atentado días posteriores, cuando intentaron envenenarlo con una botella de agua adulterada en su habitación del hotel donde supuestamente Gustavo iba a alojarse.
Un juicio silencioso
El proceso judicial del feminicidio fue caracterizado, tanto por los representantes legales de Berta, como por los de Gustavo, como un juicio silencioso. El cual inicia luego de posponer repetidamente numerosas audiencias con el fin de alargar el proceso e impedir que se presentaran y solicitaran más peritajes como medios de prueba. La composición del Tribunal no era imparcial, se solicitó un cambio de tribunal que no fue aceptado y luego se presentó un amparo. Pese a este instrumento sin resolver, se convoca el juicio, por lo que las representaciones legales de ambos deciden no asistir al juicio para no formar parte de un proceso sin peritajes, sin las pruebas suficientes y a una convocatoria ilegal, ya que no se puede empezar un juicio con un Tribunal requisado y con un amparo todavía sin resolver. Como consecuencia, el tribunal decidió expulsarlos del proceso que significaba que las víctimas no tendrían a su representación legal en dicha instancia.
“Los sentenciados, a 30 años por el feminicidio contra Berta y 20 años por el asesinato en grado de ejecución tentativa contra mí, fueron los responsables materiales. Pero aún faltan los autores intelectuales, los que pagaron a los sicarios, los que dieron la orden, los que ordenaron que se ejecutara el asesinato.” Todo indica y apunta de manera directa a la familia Atalah Zablah, dueños de la empresa DESA y del proyecto hidroeléctrico.
Al regresar, el gobierno mexicano le implementó muchos mecanismos de protección y seguridad, escoltas, refugio, patrullas, entre otros mecanismos, mientras localizaban a los autores materiales, uno de ellos fue encontrado en México meses más tarde.
La presión fue tal que Gustavo tuvo que exiliarse durante dos años bajo la protección y apoyo de Amnistía Internacional, Procter Defenders de la Unión Europea y Amigos de la Tierra Internacional, entre otras ONG.
“A pesar de estar fuera del país seguí participando en muchos eventos con el objetivo de difundir el caso de Berta, no sin sentirme vigilado hasta por el Centro Nacional de Inteligencia de España. Todo ello modificó mi vida, mi trabajo y mi salud”.
Gustavo considera que su testimonio evitó que el gobierno incriminara a otras personas, que inventaran su verdad, logrando que no tuvieran otra opción que sacrificar a los autores materiales. Un autor intermedio, David Castillo, pero aún faltan los Atalah.
“Sobre todo, nada de esto hubiera sido posible sin la presión internacional, los amigos, las redes, la movilización, los movimientos, y tanta solidaridad que recibí”, afirma Gustavo.
Tal como comentaba, el desgaste fue muy profundo y la agonía por obtener justicia y por sentirse seguro se ha ido incrementando con el pasar del tiempo.
Parte de mis investigaciones me derivaron a obtener datos del 2006-2007, suponía que Gustavo se había aislado de todo este mundo que le trajo momentos inolvidables, pero también acompañados de constantes altibajos. Como mencioné antes, está en la esencia del activista mantener esa actitud de liderazgo, esa iniciativa en la que crees que no te derriba nada ni nadie. Es así como Gustavo ha regresado a su vida anterior de trabajo, con algunos cambios y con la salud más mermada desde el atentado, pero aún continuando en la misma lucha, involucrándose en los mismos procesos que lo llevaron a vivir todo este periodo de desfase.
Personalmente considero que es muy importante conocer a quienes te rodean, con quienes puedes contar, tus compañeros de lucha con quienes no solamente compartes valores, sino altibajos y reconquistas. La relación que se ha forjado entre Gustavo y Berta describe a la perfección el compañerismo y el apoyo mutuo en tiempos de crisis donde nada es seguro y solo se tienen los unos a los otros.
¿Si tuvieras que describirla, cómo lo harías?
“Fue una gran amiga, como una hermana, a la que extraño mucho pero que la veo por todos lados en la forma en la que ha renacido y florecido. En tantos movimientos, en tantas resistencias, en tantos corazones que hacen eco de su presencia.
Berta, una mujer muy inteligente, muy sensible, con un profundo sentido de la solidaridad internacional, con un análisis completo que podía analizar y relacionar al capitalismo con el patriarcado, con el racismo, con la deuda, con la banca multilateral del despojo, con el medio ambiente, con las grandes transnacionales, con la defensa de la tierra y el territorio, con el cambio climático, con la necesidad de crear otros mundos posibles. Incansable, con un carácter fuerte, pero con una ternura inmensa, con un gran sentido del humor y con la percepción y preocupación por el planeta entero”.